miércoles, 15 de agosto de 2012

EL TORO Y LA SERPIENTE (POR RUBÉN AMÓN).

Os dejo con el artículo del gran Rubén Amón hoy en el diario El Mundo, sobre la intención de Bildu de acabar con las corridas de toros en San Sebastián:
"El movimiento antitaurino debería sentirse inquietado por los mediadores políticos que materializan las iniciativas prohibicionistas. Tanto influye la ferocidad identitaria de Esquerra Republicana como el populismo del presidente Correa en Ecuador, de forma que el estrambote de Bildu respecto a la clausura de la plaza de Illumbe sobrentiende una pintoresca hermandad bolivariana frente al símbolo del colonialismo español.
Conviene recordarlo porque la presunta sensibilidad hacia la incolumidad del toro de lidia se antoja una coartada demagógica e instrumental para abjurar de la cultura invasora y retratar la barbarie ibérica, a no ser que los matadores dispensaran las reses con un tiro en la nuca -cerviz sería el término correcto- o hicieran el paseíllo con un pasamontañas.
Bildu se ha propuesto abolir las corridas en San Sebastián para enjaular el toro de Osborne. Sostiene el alcalde que los espectáculos taurinos constituyen un ejemplo anacrónico de insensibilidad y oscurantismo. Impresionan semejantes argumentos cuando se vociferan en la tronera del burladero filoetarra, pero más aún sorprende la urgencia con que se han improvisado las nuevas teorías mitológicas a expensas del abolicionismo.
Hubo un tiempo, cuestión de meses, en que la doctrina oficial atribuía al toro navarro el origen abertzale de la Fiesta y a la gallardía del torero vasco el trance de la primera faena. Llegaba a mencionarse el antecedente de Piquillo, sobrenombre del heroico matador vizcaíno que aparece en La Traviata con sus fuertes brazos y fiera mirada.
Nada que ver con el aspecto escuchimizado de Jon Idígoras, pero la carrera novilleril de Chiquito de Amorebieta, he aquí el nombre del efímero espada batasunero, demostraba la raigambre de la tauromaquia en las sensibilidades ultranacionalistas y explicaba la reverencia del terruño al símbolo totémico del uro vascongado.
Sirva como prueba el reciente fiasco de Bildu en el referéndum de Zestoa. Pretendían suprimirse los espectáculos taurinos en la aguerrida localidad guipuzcoana con el trámite de una consulta, pero se opuso a la abolición el 63,99% de los vecinos.
No parece haber impresionado el resultado a Juan Karlos Izaguirre. Más aún cuando el alcalde se apresura a reciclar la plaza de Illumbe en una pista de basket y convertir la serpiente de la paz en el nuevo símbolo iconográfico del bestiario donostiarra."

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